Experiencias del clóset
Este escrito está dedicado a todas las personas que están o en algún momento de su vida han estado en un clóset, igualmente, está dedicado a todas las personas que tienen o tuvieron a alguien cercano en el clóset. Aunque no podemos retratar la experiencia de cada quien, esperamos que este texto lxs haga sentir identificadxs y/o lxs ayude a comprender lo que vivió o está viviendo una persona que aman.
“Salir del clóset” es una metáfora que hace referencia a mostrar públicamente aquello que ha debido permanecer oculto o callado, a un proceso de “revelación”, voluntaria o no. Atañe a la división de lo público y lo privado en la sociedad occidental. El clóset como espacio personal, secreto e íntimo permite guardar en él sin miedo al escrutinio ––al menos de forma ideal–– lo que no debe decirse o mostrarse en sociedad; muchas veces es el resguardo de la vergüenza o el miedo. El secreto, oculto tras sus puertas, descansa a salvo. En el caso de las personas LGBTQ+, encontramos una realidad que puede ser disimulada y maquillada ante el escrutinio; sin embargo, esta se somete a juicios y evaluciones que nos pueden hacer cuestionar qué tan privado es realmente lo que concierne a la identidad, el sexo y los afectos.
Las personas LGBTQ+ pueden elegir no revelar esa realidad que se vuelve causa de opresión en nuestras sociedades. La metáfora del clóset también se amplía a identidades no generadas a partir de la orientación sexual o el género, sino de otros parámetros, como la religión o el estatus serológico de VIH, que cruza especialmente a las poblaciones disidentes. Esta extensión del clóset a otras áreas que se caracterizan como indeseables ante el cistema heterosexual y sus sujetos privilegiados, nos muestra el clóset como un mecanismo con dos caras: por un lado, el control de las identidades que ejerce el cistema; por el otro, los espacios de resistencias y rebeldías de las personas que usan el clóset.
Si bien el clóset puede ser una experiencia compartida entre las diferentes identidades del acrónimo LGBTQIAP+ ––y otras más o menos políticas––, existen en lo individual un sinnúmero de factores que intervienen en la decisión de revelar o no la identidad. Esa revelación se puede ver atravesada por el nivel socioeconómico, que configura espacios en los que las identidades difieren en sus atributos a otros espacios; o por la religión, que puede devenir en la contradicción entre dos partes importantes de la identidad de una persona. El sistema de valores del lugar de origen, la racialización de lxs cuerpxs y su diversidad, también pueden intervenir en este proceso.
Si en un principio planteamos que la metáfora del clóset alude al lugar alejado del escrutinio y donde el secreto se mantiene a salvo, para las personas LGBTQIAP+ siempre existe la incertidumbre sobre el poder de su revelación y la ansiedad de que el secreto haya sido descubierto (y que, por lo tanto, el espacio seguro que les permite el clóset en realidad no lo sea por estar en manos de alguna otra persona que puede ejercer ese poder violentamente, incluso sin darse cuenta). Esta y otras situaciones hacen del concepto de “clóset”, y del acto de salir de él, un tema complejo que es necesario seguir explorando críticamente, reconociendo siempre su potencia transformadora y la valentía de las personas que deciden realizar la revelación voluntaria, o de quienes se enfrentan a la situación de haber sido sacados del clóset. Sin importar su situación, es necesario reconocer a quienes encuentran en él un espacio de resistencia, seguridad, valentía y supervivencia.
El qué aguarda al salir del clóset es una pregunta que no tiene una respuesta unificada ni concreta; sin embargo, podemos hablar de las experiencias más comunes que se viven. En el primero de los casos —muchas veces el más anhelado— tenemos la aceptación. En donde uno o más de nuestros círculos sociales apoyan nuestra realidad y nos acompañan, ya sea de forma emocional, psicológica, económica u otra. Es importante aclarar que el caso de la aceptación no siempre es inmediato, puesto que, en una sociedad alocisheteronormada, muchas veces las personas que nos rodean necesitan vivir una deconstrucción personal para superar los prejuicios que tienen. Incluso, en muchas ocasiones, al hacerlas conocedoras de nuestra realidad, se tienen que enfrentar en sus propios círculos sociales a los prejuicios y violencias LGBTQ+ fóbicas.
Otra de las opciones es lo opuesto de la aceptación: el rechazo. Cuando uno o más de nuestros círculos sociales no acepta la realidad de quienes somos y se opone a ella. Esta oposición puede expresarse desde comentarios incómodos a discursos de odio explícitos u otro tipo de violencias. El impacto de este rechazo muchas veces dependerá de la cercanía que se tiene con las personas que lo ejercen.
El rechazo también se puede manifestar cuando las personas con las que hemos elegido salir nos hacen seguir ocultándolo al resto del mundo, basándose en prejuicios y miedos propios: dicen que nos aceptan cuando en verdad nos están obligando a mantener nuestra existencia en secreto.
Estas tan solo son algunas de las vivencias que se pueden tener al salir del clóset; muchas veces pueden llegar combinadas o matizadas una con la otra. También hay que recordar que en ocasiones la oportunidad de hacerlo voluntariamente nos es arrebatada, por ejemplo, cuando alguien más se encarga de revelar nuestra realidad al resto del mundo sin haberlo consultado antes con nosotrxs. Algo igual de común es que alguien se apropie de nuestra experiencia, expresando que ya sabían desde hace mucho tiempo y restándole importancia a lo que ese momento puede significar para nosotrxs.
Cuando unx sale del clóset, una vez pasado todo lo que esto implica, se vuelve evidente que no es una experiencia que se vivirá en esa única ocasión. Dependiendo del grupo social ante el que se sale del clóset, lo más probable es que se tenga que salir de nuevo ante otras personas, en nuevas situaciones, etc. Ya sea porque se conoce a un nuevo individuo, porque no “salió” ante toda la familia y amigxs, o porque se encuentra bajo nuevas circunstancias, la realidad es esta: unx nunca deja de salir del clóset.
En muchos escenarios, las personas LGBTQ+, al no ser la “normativa” y no contar con modelos a seguir con quienes se puedan sentir reflejadxs, se encuentran en un proceso de autodescubrimiento en el cual puede que no hayan encontrado una etiqueta que les siente bien, o que con el tiempo haya cambiado. Esto involucra salir una vez más del clóset, con una nueva identidad u orientación, ante personas con quienes ya consideraban ese paso tomado.
De igual manera nos parece importante reconocer la nueva visión que tienen las generaciones más jóvenes con respecto al clóset, en la cual resignifican la salida del clóset y la dejan de ver como una gran confesión para pasar a comprenderla más como una aclaración sencilla con respecto a su realidad. Si bien entendemos que no todas las personas tienen la posibilidad de hacerlo de esta forma, es innegable que dicho punto de vista abona a desestigmatizar el proceso y lo puede simplificar en algunos casos.
Lo importante es recordar que, sin importar si se está en el clóset o si se ha salido, y si al salir se recibió una buena o una mala respuesta, todxs somos validxs y valiosxs. Cada experiencia es única y diferente, y eso está bien.