De par en par
Si alguien pudiera mirar detrás del cerrojo, encontraría un par de mujeres envueltas, una con la otra.
Si alguien quisiera oler las mañanas aquí dentro, no sólo sonaría en su nariz té de limón y café de olla; respiraría besos y suspiros que no se quieren dejar.
Si alguien tuviera el poder de sentir a través de las paredes, también se le pondría chinita la piel y se sentiría abrigada.
La vida aquí dentro es llenita, humeante, brillosa, porque ambas hemos vaciado nuestros bolsillos para compartirlos, tanto que no es necesario mirar a escondidas, porque la puerta del hogar que nos hemos construido está siempre abierta.